En principio, puede decirse que los factores protectores son todos aquellos
hechos y circunstancias que configuran situaciones opuestas a los riesgos
que hemos descrito. Una familia bien integrada unida por afecto genuino;
por ejemplo, es una buena barrera para las conductas desviadas de los
hijos. Sin embargo, ello no garantiza la inmunidad contra los malos hábitos,
ya que los otros factores negativos, los que provienen del medio social,
pueden ser tan fuertes que derriben esa aparente salvaguarda. Entre los
principales agentes defensivos, como también puede llamárseles, éstos son
los más citados:
1. Fuertes ligas emocionales en la familia.
2. Conducción firme del hogar por los padres, con reglas de conducta
claras (no inflexibles), e involucramiento en la vida y en las actividades
de los hijos (y viceversa).
La escuela ante las drogas
3. Éxito escolar o, por lo menos, logros académicos aceptables.
4. Relación sostenida y continuada con instituciones prosociales, como
otras familias y amistades, la escuela, organizaciones religiosas, deportivas
o humanitarias.
5. Adopción, por convencimiento propio y decisión personal, de las
normas en torno a las drogas y al comportamiento social.
6. Asistencia a una escuela que cuente con programas preventivos
contra el consumo de drogas.
Se entiende por pro-social toda conducta dirigida a proporcionar beneficios
a las personas en general, más que a uno mismo.
Se puede ver que este conocimiento de los peligros y las protecciones,
de los riesgos y los amparos obliga a introducir en los programas preventivos
acciones que tiendan a evitar los primeros y a desarrollar y fortalecer
los segundos. Si el maestro los revisa con cuidado encontrará que, si
bien sobre algunos de ellos es poco lo que puede influir, en otros la escuela
resulta ser la institución más adecuada para emprender estrategias que
debiliten lo indeseable y vigoricen lo positivo de las vidas de sus jóvenes
alumnos. Si el profesor acepta plenamente la responsabilidad que en estos
asuntos le corresponde, es mucho lo que puede lograr siempre que se lo
proponga sinceramente. Descubrirá sin duda que no es empresa tan
complicada y que el esfuerzo rinde grandes satisfacciones, como sólo las
puede obtener quien educa en el más amplio sentido del término. Pero
es condición que sus acciones se funden siempre en el conocimiento de la
realidad, no sólo en expectativas emocionales y motivaciones afectivas.
Estas últimas, por supuesto, también son un ingrediente necesario.
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Jovenes Protegidos
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